Horacio Cadzco, La Destrucción de un Traje, Gal 13.
Antes y después: Éstas dos fotografías son contundente prueba del paso de un año sobre el traje y persona de Horacio Cadzco; aquí mismo abajo a la derecha, imagen proveniente de un documento en video donde Horacio se prueba el traje ante el sastre.
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El escenario del arte en México es en extremo activo, constantemente se realizan en galerías, espacios alternativos o museos, exposiciones que dan cuenta de la constante efervescencia de los nuevos artistas o de otros más cuyas propuestas se encuentran en proceso de maduración; sin embargo, como el medio artístico de cualquier gran ciudad, el arte contemporáneo en México adolece de círculos viciosos y propuestas irrelevantes, meramente rutinarias, cuyos participes solo buscan la visibilidad y la articulación política de aquel individuo que finalmente está desesperado por pertenecer, o de plano, el que procura la venta fácil; de vez en vez, surgen artistas que suelen tomar riesgos y deciden sumergirse en el desarrollo de algún proyecto a fondo, teniendo que arreglárselas para sortear el obstáculo que es la necedad viciosa de otros por figurar y colocarse a toda costa; un caso así es Horacio Cadzco (Ciudad de México, 1979), un joven artista egresado de La Esmeralda que realizó una de las más ambiciosas piezas vistas en México en los últimos años; durante el 2005, Horacio vistió durante un año, todos lo días, un típico traje y corbata, a manera de un común oficinista, ejecutivo u hombre de negocios, el conjunto de piezas fue confeccionado especialmente para Cadzco en una sastrería del centro del D.F., la cuestión está en que a lo largo de los doce meses nunca se baño o cepilló los dientes, dejó crecer su pelo, barba y uñas, el traje en ningún momento fue lavado y se lo quitaba solo para dormir; paulatinamente el conjunto de prendas se fue ensuciando, desgastando y rompiendo, de tal modo, que después de un año de uso intensivo, Horacio paso de tener la apariencia de un hombre exitoso, a la de un indigente, de un ser socialmente aceptado a la de un paria; paralelamente, Cadzco ha declarado, “Fue un experimento estético, una escultura interactiva; no puedo decir que llegué a una conclusión, fue algo más en el entorno de la identidad, una metáfora de la catástrofe de la civilización en un sentido poético”; más allá de sus consecuencias artísticas, éste proyecto se convirtió en una experiencia de vida, con la peculiaridad de que incesantemente se alternó éste dual estatus de arte-vida, no sólo durante el desarrollo de la pieza, sino incluso posteriormente a su exposición.
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El escenario del arte en México es en extremo activo, constantemente se realizan en galerías, espacios alternativos o museos, exposiciones que dan cuenta de la constante efervescencia de los nuevos artistas o de otros más cuyas propuestas se encuentran en proceso de maduración; sin embargo, como el medio artístico de cualquier gran ciudad, el arte contemporáneo en México adolece de círculos viciosos y propuestas irrelevantes, meramente rutinarias, cuyos participes solo buscan la visibilidad y la articulación política de aquel individuo que finalmente está desesperado por pertenecer, o de plano, el que procura la venta fácil; de vez en vez, surgen artistas que suelen tomar riesgos y deciden sumergirse en el desarrollo de algún proyecto a fondo, teniendo que arreglárselas para sortear el obstáculo que es la necedad viciosa de otros por figurar y colocarse a toda costa; un caso así es Horacio Cadzco (Ciudad de México, 1979), un joven artista egresado de La Esmeralda que realizó una de las más ambiciosas piezas vistas en México en los últimos años; durante el 2005, Horacio vistió durante un año, todos lo días, un típico traje y corbata, a manera de un común oficinista, ejecutivo u hombre de negocios, el conjunto de piezas fue confeccionado especialmente para Cadzco en una sastrería del centro del D.F., la cuestión está en que a lo largo de los doce meses nunca se baño o cepilló los dientes, dejó crecer su pelo, barba y uñas, el traje en ningún momento fue lavado y se lo quitaba solo para dormir; paulatinamente el conjunto de prendas se fue ensuciando, desgastando y rompiendo, de tal modo, que después de un año de uso intensivo, Horacio paso de tener la apariencia de un hombre exitoso, a la de un indigente, de un ser socialmente aceptado a la de un paria; paralelamente, Cadzco ha declarado, “Fue un experimento estético, una escultura interactiva; no puedo decir que llegué a una conclusión, fue algo más en el entorno de la identidad, una metáfora de la catástrofe de la civilización en un sentido poético”; más allá de sus consecuencias artísticas, éste proyecto se convirtió en una experiencia de vida, con la peculiaridad de que incesantemente se alternó éste dual estatus de arte-vida, no sólo durante el desarrollo de la pieza, sino incluso posteriormente a su exposición.
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La primer imagen corresponde a la serie de reliquias que Horacio reunió durante el deterioro del traje, desde botones, pedazos de tela, una bola de pelo largo resultante de la limpieza final, hasta restos orgánicos del propio artista; la fotografía del centro es un ángulo del traje expuesto en la galería 13; la placa a la izquierda corresponde a Cadzco en un montaje a manera de un tableau vivant en el que el artista viste una vez más su traje para diseccionarlo y mostrar las garras en las que se ha convertido en su dilatado proceso de destrucción.
La Destrucción de un Traje, como Proceso Artístico y Sociológico.
Horacio Cadzco llevó a cabo una acción donde rompió los limites entre su cuerpo y el traje, fusionándolos, o como el propio artista lo declaró en el statement con el que se iniciaba su exposición en la galería 13, “La Destrucción de un Traje es una obra que como todo proceso orgánico se transmutaba en el tiempo”, llevando hasta sus últimas consecuencias una experiencia paradójica donde los extremos se tocan, “El proyecto del traje se refiere de principio a fin al contraste entre civilización y barbarie, implicado en el cliché del hombre con traje que es la representación de un hombre aparentemente civilizado”; Cadzco llevó a cabo su proyecto teniendo en cuenta una serie de implicaciones formales, desde el problema que conlleva la diseminación de la frontera entre realidad y representación: “…una escultura que se desarrollaba en un lugar que es el cuerpo…” y la cual “…dio lugar a miradas diversas que participaron de la mutabilidad de un personaje que se encontró siempre entre los limites de la ficción y la realidad”; éste proceso tuvo significativas implicaciones psicológicas y personales: “La construcción de una escultura viviente que se degradaba, inicialmente lo más importante era la evolución del traje sobre mi cuerpo, y dicha experiencia corporal y psicológica fue trascendental en mi obra y en mi personalidad; diversos intereses tanto en la plástica como a nivel personal fueron sustanciales en mi búsqueda por encontrar a través del arte una vía que me permitiera confrontar ciertas obsesiones respecto a la apariencia y la construcción de la identidad”; otro aspecto que surge contiguo a ésta noción de identidad, es sobre la constitución gregaria de la aceptación social, y que en el caso de éste artista se materializa de manera dual, primero como un proceso de “iniciación” en el mundo del arte, y segundo, como el individuo que a pesar de realizar una acción extrema buscó ser aceptado socialmente desafiando los prejuicios de los demás al tratar de ir más allá de la apariencia, utilizando como frágil herramienta la volátil noción que tiene actualmente el arte, siendo este proceder una inusual apuesta por la franqueza y la sinceridad, donde no sólo Horacio como individuo, sino como artista, se ponía a prueba, haciendo algo “bueno” que parecía “malo”, tratando de expiar la “bondad” del arte, a través de un sacrificio socialmente repudiado, quedando como residuo y consecuencia el que experiencias como la de éste proyecto cooperan, poco a poco, tanto a ampliar los limites del arte, como a redefinir los comportamientos socialmente aceptados; o como fue señalado por el propio Cadzco: “Era también un intento de volver aceptables, hechos considerados inaceptables; el involucrar a otros en éste ejercicio de voluntad, fue una experiencia donde cualquier acto de rechazo o aceptación era un acto de complicidad con la obra”.
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La primer imagen corresponde a la serie de reliquias que Horacio reunió durante el deterioro del traje, desde botones, pedazos de tela, una bola de pelo largo resultante de la limpieza final, hasta restos orgánicos del propio artista; la fotografía del centro es un ángulo del traje expuesto en la galería 13; la placa a la izquierda corresponde a Cadzco en un montaje a manera de un tableau vivant en el que el artista viste una vez más su traje para diseccionarlo y mostrar las garras en las que se ha convertido en su dilatado proceso de destrucción.
La Destrucción de un Traje, como Proceso Artístico y Sociológico.
Horacio Cadzco llevó a cabo una acción donde rompió los limites entre su cuerpo y el traje, fusionándolos, o como el propio artista lo declaró en el statement con el que se iniciaba su exposición en la galería 13, “La Destrucción de un Traje es una obra que como todo proceso orgánico se transmutaba en el tiempo”, llevando hasta sus últimas consecuencias una experiencia paradójica donde los extremos se tocan, “El proyecto del traje se refiere de principio a fin al contraste entre civilización y barbarie, implicado en el cliché del hombre con traje que es la representación de un hombre aparentemente civilizado”; Cadzco llevó a cabo su proyecto teniendo en cuenta una serie de implicaciones formales, desde el problema que conlleva la diseminación de la frontera entre realidad y representación: “…una escultura que se desarrollaba en un lugar que es el cuerpo…” y la cual “…dio lugar a miradas diversas que participaron de la mutabilidad de un personaje que se encontró siempre entre los limites de la ficción y la realidad”; éste proceso tuvo significativas implicaciones psicológicas y personales: “La construcción de una escultura viviente que se degradaba, inicialmente lo más importante era la evolución del traje sobre mi cuerpo, y dicha experiencia corporal y psicológica fue trascendental en mi obra y en mi personalidad; diversos intereses tanto en la plástica como a nivel personal fueron sustanciales en mi búsqueda por encontrar a través del arte una vía que me permitiera confrontar ciertas obsesiones respecto a la apariencia y la construcción de la identidad”; otro aspecto que surge contiguo a ésta noción de identidad, es sobre la constitución gregaria de la aceptación social, y que en el caso de éste artista se materializa de manera dual, primero como un proceso de “iniciación” en el mundo del arte, y segundo, como el individuo que a pesar de realizar una acción extrema buscó ser aceptado socialmente desafiando los prejuicios de los demás al tratar de ir más allá de la apariencia, utilizando como frágil herramienta la volátil noción que tiene actualmente el arte, siendo este proceder una inusual apuesta por la franqueza y la sinceridad, donde no sólo Horacio como individuo, sino como artista, se ponía a prueba, haciendo algo “bueno” que parecía “malo”, tratando de expiar la “bondad” del arte, a través de un sacrificio socialmente repudiado, quedando como residuo y consecuencia el que experiencias como la de éste proyecto cooperan, poco a poco, tanto a ampliar los limites del arte, como a redefinir los comportamientos socialmente aceptados; o como fue señalado por el propio Cadzco: “Era también un intento de volver aceptables, hechos considerados inaceptables; el involucrar a otros en éste ejercicio de voluntad, fue una experiencia donde cualquier acto de rechazo o aceptación era un acto de complicidad con la obra”.
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Dos momentos intermedio del proceso de deterioro del traje: En uno de ellos Cadzco posa en un paisaje electrificado con los primeros indicios de suciedad en la ropa; en otro, mucho más cerca del final, las prendas ya dan severas muestras de su desgaste y destino final.
Uno de los grandes retos de los artistas actuales es nuevamente involucrar al arte en el flujo de lo cotidiano, alejándolo de los museos, el mercado y la jerga especializada, para volver así al artista nuevamente un ente social; ésta pieza de Horacio Cadzcotiene latente esa crisis, y como todas las experiencias artísticas del último medio siglo, no logra cabalmente insertarse en el flujo de lo cotidiano social, a menos que paradójicamente, se entienda exactamente como lo que es, como una obra artística que forma parte de una tradición histórica y la cual desde su genuino contexto, le permite ser entendida en toda su dimensión: La Destrucción de un Traje se inserta en la continuidad del Accionismo Vienes, donde la catarsis de los valores establecidos es continuación física del Dadaísmo, donde la diseminación de fronteras entre arte y vida tiene de antecedentes al Situacionismoy Fluxus, que pronosticaron las estéticas relacionales proclamadas después por Nicolas Bourriaud, con las que se privilegia la vida, la experiencia, el suceso libre de vínculos que la aten a su representación artística; el proceder de Cadzco algo tiene de Hannah Wilke que documentó hasta el final de su vida el proceso de transmutación de su cuerpo enfermo de cáncer hacía la nada; o de Orlan que trastocó su cuerpo e identidad en busca de un imposible canon cultural de belleza física a través de una larga sucesión de cirugías plásticas; pero sobre todo ésta pieza de Horacio es paralela por su duración y sobre todo por su trasfondo social, a los performances de un año de duración del artista de origen taiwanes Tehching Hsieh, quién al igual que Rudolf Schwarzkogler solo realizó seis acciones, cinco con un año de duración y una final de ¡trece años!: 1) 1978-79.Tehching Hsieh se encerró en una celda sin más intención que aislarse y pensar. 2) 1980-81. Checó una tarjeta al día cada hora, esto es 24 veces, para ello registró su constante presencia 8760 veces en 366 tarjetas durante todo el año, si bien cometió retrasos, como quedarse dormido, solo tuvo 1.54 por ciento de errores, Hsieh registró el hecho con una cámara de cine, cada día tomó 24 fotogramas, que comprenden un segundo de filmación, esto es, un fotograma por cada vez que checó tarjeta, sumando en total 6 minutos de filmación al final del año. 3) 1981-82. Emulando la vida de un indigente,Tehching permaneció 365 días a la intemperie. 4) 1983-84. Hsieh estuvo atado un año a la artista Linda Montano con una cuerda de 2.5 metros (poco más de un metro de separación), la pareja no podía tocarse. 5)1985-86. Pasó todo un año sin hacer, ni hablar, ni ver, ni leer acerca de arte, tampoco visitó algún museo o galería. 6) 1986-1999. Durante trece años Hsieh realizó arte pero no lo mostró públicamente, al final reveló en una escueta documentación que éste performance consistió en volver su vida y rutina cotidianas una pieza artística hasta el comienzo del nuevo milenio; Pero sobre todo lo que hermana La Destrucción de un Trajecon estos referentes históricos, es que el individuo y su cuerpo se encuentran en constante transmutación, a manera de un “proceso orgánico”; estrategia que se opone a los artistas que trabajan objetualmente al cuerpo, como Kiki Smith o Robert Gober, quienes utilizan las referencias corporales como un material más que como un activo campo de experiencias; es muy importante el considerar que muchas de las experimentaciones latinoamericanas con recursos formales como las acciones o la utilización del cuerpo y que tienen un notable vinculo con el desarrollo del arte en el siglo veinte, tienden a implicar consideraciones sociales o políticas muy directas, en éste sentido La Destrucción de un Traje tiene una interesante relación anímica con artistas que van de Alberto Greco, Artur Barrio, Oscar Boni, Rosemberg Sandoval, Tania Bruguera, Regina José Galindo, Aníbal López o Guillermo Vargas, Habacuc. Con la ejecución de ésta pieza, Horacio Cadzco vivió lo que Moris llamaría, Entrar al Infierno y Traer una Prueba; Moris (Israel Meza Moreno) es un artista mexicano de edad similar a Horacio que trabaja con la cultura de la calle, con el limite de lo ilegal y la sobre vivencia, Cadzco también laboró con un limite social paralelo, el de la frontera entre el comportamiento socialmente aceptado y el repudiado, en consecuencia, un aspecto resultante que hermana a ambos artistas es el que implica la interacción del individuo con su sociedad; otros antecedentes locales que han explorado éste camino, son tanto Francis Alÿs, quien hizo de sus intervenciones y performances en el centro histórico de la Ciudad de México el motivo de su obra durante años, como Santiago Sierra, quién ha trabajado con las condiciones económicas y de poder del capitalismo tardío que han producido millones de marginados y excluidos, interés que se remonta en el arte local a las décadas de los setenta y ochenta, con grupos como, Suma, Marzo, el No Grupo, Adolfo Patiño y el Grupo de Fotógrafos Independientes, GFI, etc. cuyas prácticas artísticas no sólo reflejaban profundas inquietudes sobre la participación del artista dentro de su sociedad, si no que con éste afán abordaron las calles alejándose de los museos y el mundo establecido del arte.
Dos momentos intermedio del proceso de deterioro del traje: En uno de ellos Cadzco posa en un paisaje electrificado con los primeros indicios de suciedad en la ropa; en otro, mucho más cerca del final, las prendas ya dan severas muestras de su desgaste y destino final.
Uno de los grandes retos de los artistas actuales es nuevamente involucrar al arte en el flujo de lo cotidiano, alejándolo de los museos, el mercado y la jerga especializada, para volver así al artista nuevamente un ente social; ésta pieza de Horacio Cadzcotiene latente esa crisis, y como todas las experiencias artísticas del último medio siglo, no logra cabalmente insertarse en el flujo de lo cotidiano social, a menos que paradójicamente, se entienda exactamente como lo que es, como una obra artística que forma parte de una tradición histórica y la cual desde su genuino contexto, le permite ser entendida en toda su dimensión: La Destrucción de un Traje se inserta en la continuidad del Accionismo Vienes, donde la catarsis de los valores establecidos es continuación física del Dadaísmo, donde la diseminación de fronteras entre arte y vida tiene de antecedentes al Situacionismoy Fluxus, que pronosticaron las estéticas relacionales proclamadas después por Nicolas Bourriaud, con las que se privilegia la vida, la experiencia, el suceso libre de vínculos que la aten a su representación artística; el proceder de Cadzco algo tiene de Hannah Wilke que documentó hasta el final de su vida el proceso de transmutación de su cuerpo enfermo de cáncer hacía la nada; o de Orlan que trastocó su cuerpo e identidad en busca de un imposible canon cultural de belleza física a través de una larga sucesión de cirugías plásticas; pero sobre todo ésta pieza de Horacio es paralela por su duración y sobre todo por su trasfondo social, a los performances de un año de duración del artista de origen taiwanes Tehching Hsieh, quién al igual que Rudolf Schwarzkogler solo realizó seis acciones, cinco con un año de duración y una final de ¡trece años!: 1) 1978-79.Tehching Hsieh se encerró en una celda sin más intención que aislarse y pensar. 2) 1980-81. Checó una tarjeta al día cada hora, esto es 24 veces, para ello registró su constante presencia 8760 veces en 366 tarjetas durante todo el año, si bien cometió retrasos, como quedarse dormido, solo tuvo 1.54 por ciento de errores, Hsieh registró el hecho con una cámara de cine, cada día tomó 24 fotogramas, que comprenden un segundo de filmación, esto es, un fotograma por cada vez que checó tarjeta, sumando en total 6 minutos de filmación al final del año. 3) 1981-82. Emulando la vida de un indigente,Tehching permaneció 365 días a la intemperie. 4) 1983-84. Hsieh estuvo atado un año a la artista Linda Montano con una cuerda de 2.5 metros (poco más de un metro de separación), la pareja no podía tocarse. 5)1985-86. Pasó todo un año sin hacer, ni hablar, ni ver, ni leer acerca de arte, tampoco visitó algún museo o galería. 6) 1986-1999. Durante trece años Hsieh realizó arte pero no lo mostró públicamente, al final reveló en una escueta documentación que éste performance consistió en volver su vida y rutina cotidianas una pieza artística hasta el comienzo del nuevo milenio; Pero sobre todo lo que hermana La Destrucción de un Trajecon estos referentes históricos, es que el individuo y su cuerpo se encuentran en constante transmutación, a manera de un “proceso orgánico”; estrategia que se opone a los artistas que trabajan objetualmente al cuerpo, como Kiki Smith o Robert Gober, quienes utilizan las referencias corporales como un material más que como un activo campo de experiencias; es muy importante el considerar que muchas de las experimentaciones latinoamericanas con recursos formales como las acciones o la utilización del cuerpo y que tienen un notable vinculo con el desarrollo del arte en el siglo veinte, tienden a implicar consideraciones sociales o políticas muy directas, en éste sentido La Destrucción de un Traje tiene una interesante relación anímica con artistas que van de Alberto Greco, Artur Barrio, Oscar Boni, Rosemberg Sandoval, Tania Bruguera, Regina José Galindo, Aníbal López o Guillermo Vargas, Habacuc. Con la ejecución de ésta pieza, Horacio Cadzco vivió lo que Moris llamaría, Entrar al Infierno y Traer una Prueba; Moris (Israel Meza Moreno) es un artista mexicano de edad similar a Horacio que trabaja con la cultura de la calle, con el limite de lo ilegal y la sobre vivencia, Cadzco también laboró con un limite social paralelo, el de la frontera entre el comportamiento socialmente aceptado y el repudiado, en consecuencia, un aspecto resultante que hermana a ambos artistas es el que implica la interacción del individuo con su sociedad; otros antecedentes locales que han explorado éste camino, son tanto Francis Alÿs, quien hizo de sus intervenciones y performances en el centro histórico de la Ciudad de México el motivo de su obra durante años, como Santiago Sierra, quién ha trabajado con las condiciones económicas y de poder del capitalismo tardío que han producido millones de marginados y excluidos, interés que se remonta en el arte local a las décadas de los setenta y ochenta, con grupos como, Suma, Marzo, el No Grupo, Adolfo Patiño y el Grupo de Fotógrafos Independientes, GFI, etc. cuyas prácticas artísticas no sólo reflejaban profundas inquietudes sobre la participación del artista dentro de su sociedad, si no que con éste afán abordaron las calles alejándose de los museos y el mundo establecido del arte.
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Tehching Hsieh mientras pasó un año viviendo en el exterior, imagen de su performance, ONE YEAR PERFORMANCE (OUTDOOR PIECE) 26 septiembre 1981-26 septiembre 1982
Tehching Hsieh mientras pasó un año viviendo en el exterior, imagen de su performance, ONE YEAR PERFORMANCE (OUTDOOR PIECE) 26 septiembre 1981-26 septiembre 1982
Fotografía de un indigente durmiendo en la calle de Filomeno Mata en el Centro Histórico de la Ciudad de México, 2000; en ésta imagen, el anónimo retratado se vuelve uno con su ropa para obtener intimidad y protección. Foto de Juan Carlos González para el diario La Jornada.
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En México existe una robusta cultura del “ninguneo”, ningunear al próximo es volverlo una nada con cuerpo, o como el propio Octavio Pazseñala en El laberinto de la Soledad, “…La nada de pronto se individualiza, se hace cuerpo y ojos, se hace Ninguno”, la corrupción, violencia e impunidad que prevalece en la política y el maniqueo estado de derecho de México, es una extensión del ninguneo vuelto estructura de poder, como la marginación indígena, las mujeres asesinadas desde Ciudad Juarez a Chalco, los niños de la calle y propiamente los indigentes son cero a la izquierda, que importan exactamente cuando se convierten en una “nada individualizada”; en el año dos mil, Minerva Cuevas realizó una pieza en la que cuestionó los métodos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, INEGI, el eslogan de la contracampaña de Minerva decía, “Si tienes casa para el INEGI cuentas, los indigentes no”, ya que para poder ser tomado en consideración por el Censo Nacional de Población, responsabilidad de ésta institución, es requisito indispensable tener un domicilio fijo o legal; pero el colmo en la paradoja de la relación entre la cultura del ninguneo nacional y las expresiones del arte, es su asimilación institucional, como lo revela el apoyo dado a Teresa Margolles para exhibir su obra en la 53 edición de la Bienal de Venecia en el 2009, dentro del formato de pabellón nacional patrocinado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, INBA, la Secretaria de Relaciones Exteriores, SRE, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, CONACULTA, la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, entre otros, instancias que auxilian al Gobierno Federal en intentar una vez más la proeza de limpiar la imagen internacional de México, ésta vez con una estrategia paradójica: Llevar a uno de los foros más importantes de legitimación artística del circuito mundial la obra aguda e incomoda de Teresa Margolles, con la finalidad de demostrar que el Estado Mexicano es capaz de realizar un aparente ejercicio de autoconciencia crítica, que se enmarca en el volátil estado de derecho que priva en México y la práctica de la democracia a través de la libertad de expresión; sin embargo, la libertad de expresión se mueve en México entre el simulacro democrático, y la permisividad de la tecnocracia civilizadora; La intervención de Margolles consta de trapear los pisos del Palazzo Rota Ivanchich del siglo dieciséis con el liquido extraído de telas impregnadas de sangre y lodo proveniente de las narcoejecuciones en México, y cuyos asesinados suman más de 7,500 individuos, culpables o inocentes, en el período que va de principios del 2008 a mediados del 2009, convirtiendo a México en uno de los países más violentos del planeta que no se encuentran propiamente en una guerra civil; además entre otras intervenciones, Teresa va ha repartir 10,000 tarjetas como las que se utilizan para picar cocaína con la imagen del cadáver de un ajusticiado; ésta condición estadística de los miles de asesinados que han proliferado desde que el gobierno federal ha implementado éste interminable ajuste de cuentas contra el narcotráfico, es la más reciente adición gubernamental a la cultura del ninguneo en México y forma parte del contexto social y político del que surge una pieza como la de Horacio Cadzco, y que también se corresponde a las desapariciones sistemáticas de mujeres en Ciudad Juárez y la reciente devaluación del peso que perdió más del 30 % de su poder frente al dólar y el 25 % respecto al euro, así como la maniquea campaña mediática del gobierno de la crisis sanitaria de la Influenza Porcina (humana); La Destrucción de un Traje da la impresión de que no podía haber surgido de otro país tan propenso al ninguneo como México, y en donde los indigentes son una prueba cotidiana más de una sociedad paralizada en su economía e instituciones; contrariamente, en Nueva York los indigentes son seres expulsados de la abundancia, siendo que en México los marginados más bien son los desplazados del estancamiento generalizado; los indigentes son ya parte del panorama de las calles en México, como lo son desde hace décadas en el paraje económico nacional las recurrentes devaluaciones del peso y la constante baja del Producto Interno Bruto, PIB, condición que va de la mano de la gradual perdida de competitividad del país en el escenario global; los indigentes son parte del recuento de ninguneados, como lo son los miles de asesinados que han vuelto a México, – como lo ha referido Cuauhtémoc Medina –, una necrópolis, un estado nación de cadáveres y marginados muertos en vida que sólo cuentan como un aplastante número negativo, a manera de una contra estadística, que se opone a números oficiales como los que representan a los menos de cien muertos por la Influenza Porcina; en México existen acciones de protección para los indigentes, como los refugios o programas especiales para épocas de frío que incluyen cenas navideñas, con los cuales nunca se integra socialmente al individuo en situación de calle, acciones que como gran parte del sector salud, son solo ruinas presupuestales que forman parte del simulacro de la seguridad social; la crisis de identidad que vivió Horacio Cadzco en su proyecto, es paralela al disfuncional papel de México en el contexto global.
Dos momentos durante la inauguración de La Destrucción de un Traje en la galería 13 de la Ciudad de México.
Aun cuando éste proyecto ha sido expuesto en su integridad por primeravez en la galería 13 de la Ciudad de México del 21 de abril al 27 de Mayo del 2009, la galería La Estación deChihuahua montóuna muestra preliminar del 19 de abril al 10 de mayo del 2006, titulada, Retratos de la Destrucción de un Traje, y la cual puede verse como un primer antecedente de exposición; obras arriesgadas como La Destrucción de un Trajede Horacio Cadzco surgen de vez en cuando en el panorama mexicano,tal es el caso de Héctor Falcón y su serie documental Metabolismo Alterado, 1999-2000, que constó en la realización de obra artística y la documentación del proceso de ingesta de anabólicos y esteroides por parte del artista para lograr en el menor tiempo posible un cuerpo musculoso y entrenado que se apegara y cuestionara simultáneamente el canon de la belleza física de nuestros días; o como en la pieza de Yoshua Okon, HCl (Acido Clorhídrico / Hydrochloric Acid), montada del 17 de marzo al 22 de Abril del 2004 en la galería Enrique Guerrero, y con la cual se atravesó la sala principal de la galería con tuberías transparentes por donde circulaba el vómito donado anónimamente por personas enfermas de bulimia; sin embargo, a pesar del meritorio gran esfuerzo que representan obras como las descritas, el peligro de semejantes acciones es quedar precisamente así, como acciones extremas que a pesar de su fuerza y pertinencia primera, no se articulen con un discurso integral que rebase el peso una sola pieza,que por su gran contundencia puedan volverse una meta infranqueable que se convierta en un peso muerto en la carrera y proceso creativo de un artista, transformándolo en ser un one hit wonder, que ante la falta de una actitud, visión y procesos relevantes que unifiquen a toda una propuesta, se vea imposibilitado a rebasar los alcances de esa pieza en cuestión, condenándose de por vida a tener que realizar obras tremendistas que repitan a manera de formula la toma de riesgos, convirtiendo así al recurso en un circulo vicioso y un acto desesperado por obtener visibilidad y continuar siendo vigente. Si bien, el traje beige y los derivados que Cadzco utilizó y produjo deben verse más bien como un residuo de la experiencia que implicó el vestirlo durante un año; es importante agregar que Horacio ha trabajado ya con anterioridad con desechos y secreciones de su propio cuerpo, empleándolos específicamente para producir objetos, esculturas de pequeño formato realizadas con costras, mocos, dientes o cabellos, u objetos efímeros en los que empleó escupitajos congelados, o esculturas que representan flores y moscas hechas con piel humana, u otras piezas documentales que anticipan a La Destrucción de un Trajecomo obras procesuales, como es el caso de la serie Collar del 2004, hecha con cicatrizaciones producto de quemaduras controladas con las cuales decoró su piel, realizando un registro fotográfico del proceso de cicatrización.
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La Destrucción de un Traje fue acompañada de una serie de dibujos, fotografías y textos, las siguientes tres imágenes dan cuenta de la sala donde se expuso la pieza, la pared central casi se llenó de dibujos; además de una repisa adjunta a ésta pared, uno de los flancos de la sala mostraba varias decenas de fotografías documentales; la exposición se finalizaba con un texto escrito directamente en la pared adyacente por el propio artista.
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La Destrucción de un Traje, como Experiencia de Vida.
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El deterioro de ésta prenda no fue solamente un evento programado con un comienzo y final simple: Usar un traje de vestir durante un año hasta acabárselo, también se convirtió en una experiencia llena de situaciones impredecibles que difuminaron la frontera entre el arte y la vida, entre la mera representación y los hechos fortuitos de lo cotidiano; es de suponerse, por mera deducción, que el artista llegó a suponer o intuir alguna u otra de las situaciones que efectivamente tuvo que enfrentar, pero nadie, ni siquiera él mismo, podría haber imaginado cuales serían sus alcances, o como el propio artista lo declaró en el statementya antes referido: “El traje destruyéndose en el transcurso de un año generó efectos significantes que sobrepasaron todas mis expectativas”; éste es un recuento general e incompleto de algunas de las experiencias que Horacio vivió en el transcurso del proyecto:
- Una de las cosas más importantes que surgían conforme el traje se deterioraba, era la dificultad de usarlo, roturas por todos lados, el paulatino acartonamiento de sus calcetines, que se adherían en su extremo al fondo de sus zapatos, haciendo “…un sonido al despegarse para formar una punta tiesa, puntiaguda de mugre y tela”; también en el interior de sus zapatos, además de humedad, se formó una masilla que sentía cada mañana; según Horacio, todo empeoró cuando comenzó la temporada de lluvias, si alguna vez dormía con el traje, amanecía muy húmedo y su camisa siempre estaba medio mojada; curiosamente, aun cuando sus uñas se mantenían largas y las más cortas eran las que se ensuciaban con mayor facilidad, sus manos tendían a mantenerse limpias; sin embargo, con el deterioro del traje, se mostraban porciones de sus piernas y brazos llenos de mugre, cosa que lo ponía en un conflicto el decidir si le gustaba mostrarlos o no; situaciones de éste tipo condicionaban las reacciones, propias y ajenas, hacía el estado de su cuerpo y que cubrían muchos extremos, estas iban de considerar una estupidez el proyecto, hasta aceptar que no solamente a él le gustaba su propio olor, sino incluso a los demás; el artista se sentía muy avergonzado, se asumía como un cerdo, y llego a desear “…que la gente me mire como si fuera cualquiera, que no le diera importancia, que desapareciera.”; su mente además se desplazaba del pesimismo al creer que con el paso del tiempo las cosas no cambiarían, hasta aceptar que lo importante, lo trascendente se mantenía inalterable entre sí, y que solo las cosas irrelevantes requerían muchos cambios.
- Una novia que tenía, terminó abandonándolo durante el proyecto, y al final de éste, el deseo sexual con otra chica, se tensaba entre postergarlo o su culminación.
- Curiosamente, contrario a lo que cualquier mente convencional pensaría, salvo algún problema sin mayores consecuencias en la piel, Cadzco nunca se enfermó.
- Horacio describe cuatro momentos a lo largo del año de llevar su traje, en los que realmente se sintió mal y estuvo a punto de abandonar el proyecto.
- Interactuó ligeramente con indigentes; sin embargo, Cadzco cuenta que uno de ellos creyó que era como ellos y desarrolló cierta simpatía por el artista; pero llegó el momento en que el proyecto terminó y el individuo al ver posteriormente a Horacio totalmente cambiado y limpio se sintió traicionado, e incluso tuvo intenciones de golpearlo; el artista dejo de dirigirle la palabra.
- Como si fuera una parábola literaria de cómo los extremos llegan a tocarse, o incluso una cabal demostración de que finalmente la izquierda y la derecha no son tan contrarias, Horacio vivió la pesadilla de encontrarse en el metro a un par de extremistas políticos, uno Nazi y otro Comunista, estos tipos amenazaron su integridad física, lo “zapeaban” y zarandeaban, uno de ellos le reclamó que con poco dinero, con “cinco pesos”, él traía unos zapatos en buen estado; Cadzco en su exposición en la galería 13 montó en una sala, bocetos, dibujos y fotografías que documentaban el proyecto o hablaban de su estado de ánimo, entre la maraña de papeles resaltaba un pedazo con un texto que hacía referencia a lo que uno de los individuos le dijo: “La neta yo soy Nazi y mi valedor Comunista, eres una pinche vergüenza carnal, al chile, por que no te quitas esa mierda, yo soy culero, la neta, ahorita te aviento a las vías”.
- Pero realmente el extremo cotidiano, como un indicio de aislamiento, llegó cuando los microbuses dejaron de recogerlo, lo que le decían los conductores también quedó registrado en otro papel en esa sala de dibujos: “La neta pásale a otro – pero por qué carnal, hazme el paro, no’más voy al metro –, no carnal, la neta hueles bien culero, ya hasta me está doliendo la cabeza”.
- Tomé varias fotos en la inauguración el 21 de abril del 2009, pero me di cuenta que o eran insuficientes o muchas de mis tomas tenían baja calidad; el 8 de mayo fui expresamente a captar más imágenes; casualmente, justo cuando llegue a la galería, Cadzco se encontraba dando una platica a un grupo escolar, me incorporé a la visita y al final intervine y le pregunté al artista si alguna vez había sido corrido de algún museo o galería, a lo que Horaciorespondió cediendo la palabra a la maestra que encabezaba al grupo de muchachas visitantes; ésta mujer trabajaba entonces en Casa Vecina, un proyecto cultural de orientación comunitaria; la pobre, confesó que al ver a Cadzcoen la inauguración de éste espacio, hizo lo posible por sacar al artista, ya que lo confundió con un indigente; no obstante, los otros integrantes del equipo al percatarse de la situación pronto advirtieron a la mujer de la naturaleza del proyecto de Cadzco, impidiendo que fuera expulsado del sitio; yo me pregunto: ¿Aunque Horacio hubiera sido efectivamente un indigente?, ¿Tenían algún derecho a correrlo?, ¿No contradecía semejante cosa la supuesta naturaleza “incluyente” de Casa Vecina?; no obstante éste incidente, no hay que olvidar que Cadzco recibía apoyo de la Fundación del Centro Histórico, ya que se le prestó un cuarto de hotel donde el artista vivió temporalmente.
- Horacio tuvo la peregrina idea de realizar un retrato de familia, esto es, tomarse en semejantes condiciones una foto en medio de sus familiares más cercanos; sus padres no lo aceptaron, sus hermanos salieron huyendo, escondiéndose, aun cuando intentó convencerlos de que se trataba de un proyecto artístico.
- Un aspecto muy interesante es que ante el estado de su imagen e higiene, llegó un momento en que su relación con el mundo se desarrollaba a un metro; cuando finalmente realizó y documentó en video el ritual de cortarse pelo, uñas y bañarse, el mundo se expandió, obtuvo una gran amplitud, Horacio entró en un estado de euforia, sintiéndose optimista, positivo; sin embargo, después de terminar su odisea, el artista pasó un año sin hacer nada, recuperando objetividad del mundo y las cosas.
- El final del proyecto fue triste, ya que implicaba la muerte del personaje con el cual se identificaba y lo identificaban, Horacio padeció una consecuente crisis de identidad.
- Y es precisamente al culminar el proyecto como experiencia de vida que se inicia su proceso como obra de arte, en el que se incluye el del mercado; el artista invirtió en la confección del traje 8,000 pesos mexicanos, después de su extensivo uso y casi desintegración, lo que quedó del traje se cotiza en su galería en alrededor de 12,000 dólares.
- Horacio Cadzco y otros dos tipos de trajes: Por azares del destino, Cadzco apareció en algún segmento del programa sensacionalista Primer Impacto, a raíz de ello, tuvo la oportunidad de ser invitado al programa Sábado Gigante Internacional dirigido por Don Francisco, en esa emisión, un panel tenía que adivinar el secreto que Horacio guardaba, el cual por supuesto, era respecto al proyecto de La Destrucción de un Traje; éste artista experimentó así las dificultades de difundir masivamente una obra artística especializada, lidiando con los fines maniqueos de la televisión comercial y el que su propia obra no perdiera sentido ante lo vertiginoso de la presentación; finalmente, Horacio ganó dos mil dólares a lo largo del concurso; estos son dos fotogramas del video tal y como se vio en la galería trece. La fotografía de Cadzco elegantemente vestido acompañado de una anónima chica de espaldas se tomó durante la fiesta de inauguración de la exposición La Nada y el Ser el 22 de abril del 2009 en las instalaciones de la Colección Jumex en la planta de la empresa en Ecatepec. Fotos en éste texto Eduardo Egea, foto de Cadzco en Jumex, cortesía 2night.com; las tomas de obra fotografíca o video de Cadzco fueron realizas In situ.
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Sin lugar a dudas, la exposición de La Destrucción de un Traje de Horacio Cadzco es un gran acierto para lagalería 13, espacio que ha experimentado un cambio de rumbo con algunas de sus últimas exhibiciones, como las dedicadas a Sherry Wong e Isaac Torres; ésta pieza está programada para ser itinerante en el extranjero, lo cual es evidente que cooperará tanto a la internacionalización de Cadzco como a la de la propia galería; pero sobre todo, expresiones y exposiciones de éste tipo son síntoma del creciente grado de madurez del medio local, el cual tiene los suficientes elementos para conformar un incipiente ecosistema cultural entorno al arte contemporáneo; estos son algunos rasgos que ponen en contexto éste entorno: Después del Muralismo, el arte mexicano ha abrevado ininterrumpidamente desde hace más de cincuenta años de lo que sucede fuera de México, concretamente del primer mundo, esto ha dado pie en la actualidad a un complejo panorama, el cual tiene algunas de las siguientes características: A gran diferencia de sus artistas, en México no ha surgido ningún curador, crítico de arte, funcionario, promotor, teórico o historiador, que se haya vuelto lo suficientemente influyente en el contexto internacional, una personalidad de éste tipo no necesariamente tendría que haber dirigido la Bienal de Venecia, la Documenta de Kassel o algún evento o institución extranjera de envergadura, sino más bien, haber logrado una aguda y pertinente interpretación del arte contemporáneo global, desde la especificidad del arte Latinoamericano y mexicano actual, conjugando para su difusión, el cultivo de suficientes contactos globales – en México sobra gente encopetada con esa gracia, aun que por supuesto, faltan quienes puedan interpretar que demonios sucede –; a pesar del enorme vacío que genera no tener desde el medio local un interprete a su altura, se han consolidado enMéxico una serie de instancias que en algo compensan tal carencia, como el Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo, SITAC, que alterna su influencia con una feria relevante como ZONA MACO; de igual modo, colecciones de arte como Jumex, Coppel o las de Cesar Cervantes o Patrick Charpenel tienen ingerencia en lo que se trae a México e incluso en lo que se muestra en los museos institucionales; Existen a la fecha, una veintena de galerías que manejan artistas emergentes o que inclusive alternan con creadores de mediana carrera o maestros consolidados; pero sobre todo han surgido decenas de éstos artistas, emergentes o bien conocidos que han desarrollado una regular y cotidiana presencia en todo el mundo; y es precisamente, a través de sus creadores, que en el escenario galerístico local empieza a percibirse un fenómeno que no se veía en décadas anteriores, que es la competencia por destacar, la cual ha llevado a las diez o doce más relevantes galerías a tener entre sus filas a por lo menos uno o dos de los artistas emergentes más interesantes y que están en el candelero local, situación que genera un estado de alerta no sólo entre las propias galerías, sino entre los coleccionistas, curadores y otros artistas, afortunada circunstancia que puede cooperar a minar el nepotismo y la ignorancia, dos de los más penosos síntomas que aquejan a un medio del arte local que todavía peca de ser provinciano, complaciente y corrupto; en los últimos años las más importantes galerías mexicanas han mostrado no sólo arte novedoso, arriesgado e incluso invendible, sino además, algunas búsquedas que tienen una sofisticada articulación con la historia del arte del siglo veinte, característica fundamental que tiene el potencial de engendrar arte no sólo de calidad, profundamente personal como el que ya ha surgido en México, sino incluso, artistas cuyas propuestas sean lo suficientemente influyentes para incluso determinar los derroteros del arte global; si ésta posibilidad latente, llegara a florecer plenamente, el arte mexicano podría adquirir una definitiva posición con la cual ser escuchado y lograr consolidar un intercambio de conocimientos con el arte de avanzada de cualquier punto del orbe…
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